Link del Trabajo de Fin de Grado en Periodismo: https://uvadoc.uva.es/handle/10324/51387

El exmagistrado habló sobre su trayectoria política, su carrera judicial y la importancia de los medios de comunicación en cuanto a la construcción de su figura pública a través de la crítica. Y es que, en su amplio recorrido profesional, Baltasar Garzón Real (Torres, 1955) ha sido magistrado en la Audiencia Nacional, ha instruído casos antidroga y ha pertenecido al PSOE con Felipe González como jefe del partido político. En la actualidad, es cofundador de la plataforma Actúa y dirige el bufete de abogados Ilocad donde lleva la defensa del fundador de Wikileaks, Julian Assange.

P: En el año 1998 usted llega a ser magistrado en la Audiencia Nacional. Tras 5 años decide entrar en política por el PSOE, sin embargo, en 1994 presenta su dimisión. ¿Se arrepiente de la decisión?

En absoluto. El 18 de abril de 1994 envié mi carta de dimisión a Felipe González y el 6 de mayo se hizo efectiva mi dimisión como secretario de Estado y delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre drogas, así como la renuncia a mi escaño parlamentario. El 18 de mayo, un año y ocho días después de salir de la Audiencia Nacional, regresaba a mi despacho. Yo entendía que debía abandonar mi puesto al estar en desacuerdo con el PSOE, al que me había sumado para defender un programa, pero también que, al haberlo obtenido por representarlo, el escaño debía permanecer en el partido. Seguir en el grupo mixto habría sido traicionar la con- fianza de los votantes. Con mi dimisión explicada traté de transmitir a quienes habían creído en mi aportación las razones de mi marcha y mi firme voluntad, como expresé, de que seguiría trabajando desde mi juzgado en defensa de los intereses de los ciudadanos, con independencia e imparcialidad. En un país en el que siempre se ha creído que cuando se hace algo es por alguna razón oculta o buscando algún objetivo diferente, cuando se trata de ser coherente y cumplir con unos principios éticos es muy difícil aceptarlo porque eso implica dejar al descubierto la falsedad y el vacío de muchos en los que, sencillamente, esos principios fueron inexistentes. El apego al poder, tanto por el halo que otorga su ejercicio como por ser medio de subsistencia, es uno de los peores virus de la política ya que hace que las personas pierdan su ética, se muestren serviles con el que los controla y destruyan su propia identidad cuando la permanencia en el cargo se vuelve un modo de vida. Todo esto hace que se sometan a cualquier manipulación o dependencia, contribuyendo a la modulación de una casta que siempre es perversa en cualquiera de los ámbitos en que se forma.

P: En su libro ‘En el punto de mira’ afirma que esta dimisión estuvo motivada por la corrupción de los casos Roldán y Filesa. ¿Es necesario un control más férreo para evitar la corrupción? ¿Qué mecanismos podrían evitarlo?

Creo que la sociedad precisa de líderes armados de ética y responsabilidad y capaces de mantener la coherencia por activa y por pasiva; que se rijan por el principio de confianza, y que sean tenaces para no desviarse de los objetivos marcados. Por supuesto, con capacidad de gestión y sabiendo aprovechar los recursos de las instituciones reconvirtiéndolos en la misma línea de acción, persiguiendo los procedimientos espurios y estableciendo los controles precisos para evitar la corrupción y todos los derivados de esta que se expanden sin que apenas se asuman como tales. La ciudadanía debe exigir a los políticos responsabilidad e integridad en el ejercicio del cargo. Se trata de imponer la rendición de cuentas y la transparencia en la gestión mediante las herramientas que las instituciones dispongan, de manera obligada. Es una forma de velar contra la tentación de la corrupción evitando las malas prácticas desde el inicio de la gestión. Pero se necesita además acabar con las puertas giratorias entre los cargos públicos y los despachos privados, en especial de los consejos de administración de las grandes corporaciones empresariales que hacen parte de las élites que de facto controlan o intentan controlar a los políticos. Hace falta asimismo no solo transparentar sino también evitar que existan conflictos de intereses. Los políticos deben rendir cuenta de su gestión tanto en el sector público como en el privado, en especial cuando estos últimos se sitúan en puntos estratégicos de la sociedad. Sólo así tendremos una auténtica democracia.

 

<< Creo que la sociedad precisa de líderes armados de ética y responsabilidad y capaces de mantener la coherencia por activa y por pasiva>>

 

P: En el año 2015, junto a Gaspar Llamazares, funda la plataforma Actúa. ¿Qué les diferencia de los partidos de izquierdas Podemos, PSOE o Más País?

El objetivo era dar una alternativa a ese 30 o 40% de personas que se abstienen de votar en las elecciones porque no se ven representadas en las propuestas de los partidos habituales con la actitud de mediar. Queríamos ser una plataforma en común para aunar esfuerzos entre partidos de izquierda con propuestas incluyentes. Ese era el objetivo, intentar aunar el voto progresista. Y esa vocación de reunir esfuerzos en la misma dirección era esa característica particular de Actúa.

P: Usted fue candidato independiente a diputado y nombrado delegado del Gobierno en el Plan Nacional sobre Drogas por el PSOE. ¿Cómo valora la gestión del Gobierno en lo referente a la actual pandemia?

Cuando empezó el año no podíamos sospechar –ni ciudadanos en general ni políticos en particular– que íbamos a ver nuestro mundo patas arriba en poco más de tres meses y que deberíamos echar mano de grandes dosis de paciencia y adaptación para sobrevivir a la dura prueba que se avecinaba. Nadie estaba preparado para lo que nos esperaba, y ocurre que tras tantas críticas y exigencias pidiendo en muchos casos la descentralización de la gestión de la pandemia, ahora los gobiernos regionales se encuentran con la obligación de tomar decisiones que afectan a la salud de la población, a su presente y a un inmediato porvenir económico. Creo que Pedro Sánchez, que ha conseguido con esfuerzo “salvar los muebles”, sabe por experiencia lo que supone convencer a los oponentes menos empáticos tanto fuera como dentro de casa. Mientras tanto, creo que más de un político de los que tanto han expresado su oposición a la tarea gubernamental en esta pandemia se sentiría aliviado de retornar a manos del Ejecutivo central la decisión sobre cómo afrontarla. Es más fácil predicar que dar trigo; más sencillo decirle a los demás de qué manera tienen que hacer las cosas, que llevarlas a la práctica. Todo quedaría en un reproche para los más osados si no estuviera de por medio la salud de la gente. En esta situación no cabe lamentarse, y quienes ahora están al frente deberían darse cuenta de que tampoco sirven las recriminaciones. No sé si hemos aprendido algo.

En la política no parece que se haya avanzado mucho. Siguen las rencillas, las guerras y los enfrentamientos entre las comunidades y con el Gobierno central, en una especie de enloquecido “de qué se trata, de qué me opongo”, como dijo don Miguel de Unamuno. La moderación, la mente fría, la sensatez y la cooperación son las virtudes clave que deben exhibir los políticos en tiempos de pandemia, y su ejercicio cotidiano es la siguiente lección que deberían incorporar a su acervo, pues son absolutamente necesarias para abordar situaciones complejas y de incertidumbre como las que vivimos. En mi opinión, son tiempos de cambiar el chip en la política y en la vida de cada uno. Se trata de trabajar en equipo, tanto en los partidos políticos como en la sociedad, aunando esfuerzos para intentar que el mal no avance y que logremos superar un trance peligroso para la salud, por incapacidad de contener los propios impulsos, y para la democracia, cuando la intolerancia asoma su fea cara. Los responsables políticos y los de las diferentes instituciones deben escuchar a la ciudadanía cuando pide mesura y protección, olvidarse de los juegos de poder e impedir los vacíos que conllevan. Aquellas formaciones que, por miopía, intereses o pura incompetencia, no sean capaces de afrontarlo así acabarán salpicados por el desprecio. La historia no los perdonará.

P: Se ha mostrado públicamente defensor de los Derechos Humanos, incluyendo su Fundación que busca preservarlos. ¿Las medidas tomadas por el actual Gobierno (estado de alarma, toque de queda) atentan tan gravemente contra los derechos de los españoles? ¿Están lo suficientemente justificadas?

Toda España necesita en estos momentos medidas que garanticen la salud pública de los ciudadanos. La Constitución establece el máximo nivel de protección a los derechos fundamentales de los españoles, entre los que se encuentra el derecho de reunión, libre circulación, de expresión o de manifestación, entre otros. La Consti- tución también establece las circunstancias en que se pueden suspender algunos de esos derechos y de ahí la necesidad del Gobierno de declarar el estado de alarma,
-el más “suave” en cuanto a suspensión de derechos frente a los estados de excepción y de sitio- para poder hacer frente a la pandemia con todas las garantías parlamentarias. De manera que el estado de alarma que regula la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio, que a su vez desarrolla el artículo 55 de la Constitución denominado “De la suspensión de los derechos y libertades” en ningún momento puede atentar contra los derechos fundamentales que esa misma Constitución garantiza y protege. Al contrario, es precisamente el garante de que esa suspensión de derechos se aplique estrictamente conforme dictan la Constitución y la ley.

P: En el apartado de los Derechos Humanos, usted se encuentra inmerso en la defensa de Julian Assange (fundador de Wikileaks). Tras los últimos acontecimientos en los que se le ha retirado la nacionalidad ecuatoriana y vulnerado sus derechos básicos. ¿Teme que este conflicto llegue a ser entre países por las presiones americanas?

El líder de WikiLeaks es objeto de persecución política por revelar hechos gravísimos y el agente de persecución, que ahora le reclama por la filtración de documentos confidenciales, es Estados Unidos. A mi juicio, el procedimiento en Estados Unidos ha quedado totalmente contaminado, porque Assange ha sufrido una persecución política en la que se han quebrantado todas las normas del debido proceso y se ha actuado con pruebas falsas, por lo que entregarlo a dicho país sería una violación del derecho de defensa y un ataque a la libertad de expresión y acceso a la información. Actualmente Assange está preso en la prisión británica de máxima seguridad de Belmarsh, en Londres, a la espera de la segunda fase del proceso de extradición solicitado por Estados Unidos en una situación de salud deplorable después de tantos años de confinamiento. El proceso sigue adelante y por el momento se trata de un asunto de extradición entre dos países, Gran Bretaña y Estados Unidos.

 

<< Assange ha sufrido una persecución política en la que se han quebrantado todas las normas >>

 

P: Siempre ha defendido como exmagistrado la independencia del poder judicial. ¿Cree que se necesitan nuevas alternativas legales para que poder judicial, legislativo y ejecutivo actúen de manera independiente?

La separación de poderes no sólo es una aspiración, es un requisito mínimo, indispensable, de un Estado de Derecho democrático. Estamos en un buen momento para acometer una reforma del Poder Judicial que tenga como objetivo primordial intentar recuperar la confianza de los ciudadanos en sus jueces. La sociedad evoluciona y lo que exige son nuevas formas que se alejen de los viejos modos y en las que la ética y la responsabilidad ocupen un lugar primigenio por encima de otros intereses, ya sean políticos, económicos o corporativos. La independencia es la norma básica de la Justicia y la credibilidad es el elemento fundamental para que los ciudadanos confíen en ella. No basta con que un juez sea imparcial, sino que debe además ser percibido como tal por el ciudadano. En el órgano de gobierno de los jueces hacen falta grandes jueces, fiscales, juristas, catedráticos, filósofos que puedan dirigir un colectivo sobre la base del mérito, de su independencia y su credibilidad y de los valores que deben impregnar una sociedad diversa como la española.

Quienes dirijan al órgano supremo de la judicatura tienen que ser hombres y mujeres, por sobre toda otra consideración, justos. Esa es la apuesta de futuro, indispensable, frente a la angustia de algunos por controlarlo todo. Además de reformar esta manera de designar, también es preciso modificar las normas que rigen el Tribunal Supremo de manera que no se convierta en un lugar cómodo en el que demasiadas veces algunos de sus componentes se apoltronan en el puesto o lo utilizan como base de operaciones políticas de largo alcance o para otras funciones extrajudiciales que poco o nada tienen que ver con la dedicación exclusiva que deberían tener en su altísima labor judicial. El punto de partida para combatir tal riesgo es precisamente establecer un sistema claro, transparente, fiable y sólido en la designación de los jueces y su órgano de gobierno. No lo digo yo, lo dicen diversos organismos anticorrupción del Consejo de Europa y de Naciones Unidas, que ya nos han advertido en más una ocasión de que lo estamos haciendo mal. Urge la constitución de un Poder Judicial fuerte, independiente, imparcial y bien gobernado, sin interferencias o sospechas de que en él medre la política partidista. Hay que hacerlo cuanto antes, por el bien la propia justicia que, solo así será creíble para la sociedad.

P: Instruyó en el año 1990 una de las operaciones frente al Narcotráfico como fue la denominada ‘Operación Nécora’. ¿Qué importancia tienen los medios de comunicación en juicios tan relevantes socialmente?

En aquella época se vivía en España una pandemia de heroína y adicciones y había una sensación en ciertos focos territoriales de abandono por parte del Estado. La Operación Nécora fue importante por- que las víctimas se sintieron protegidas y en Galicia, en esos años, era necesaria la presencia del Estado ante aquella crisis de la que sólo se hablaba en sordina. Los medios de comunicación desempeñaron también un importante papel, al poner sobre la mesa y difundir el grave problema de la droga en Galicia y en España, creando un estado de opinión contrario a las mafias que operaban con casi total impunidad.

P: A la vista de un análisis de contenido tras su inhabilitación en la carrera judicial del año 2012, se aprecia cómo, de-pendiendo del medio que publica la pieza, su sesgo es más o menos favorable a usted. ¿Se siente bien tratado por los medios de comunicación?

No tiene usted más que ver las publicaciones de los medios para darse cuenta de que no soy precisamente santo de la devoción de nadie. Que se me ataque tanto desde un extremo como desde el otro y desde el centro, me ratifica en que algo estaré haciendo bien cuando ni los unos ni los otros respetan mi independencia. Yo sólo me debo a mi conciencia y a la justicia. Y como señaló Goethe en su poema Ladran (Kläffer): ’Ladran, luego cabalgamos’. Por eso me siento muy reconfortado cuando el pueblo sencillo, la gente, sí que muestra su coincidencia y respeto conmigo por lo realizado. Al final, es lo que cuenta. ¿Verdad?

 

<<Que se me ataque desde un extremo como desde el otro y desde el centro, me ratifica en que algo estaré haciendo bien>>

 

P: En España es una figura controvertida, en cambio en Latinoamérica goza de gran reconocimiento tras a defender a personalidades importantes. ¿A qué cree que se deben estas diferencias? ¿Qué papel juegan los medios de comunicación en este sentido?

Lo cierto es que la controversia también existe en los países de Latinoamérica, donde he sufrido escraches mucho más serios que en España, si bien, hay que decirlo, protagonizados por radicales españoles. Más que el papel que juegan los medios de comunicación creo que son las redes sociales las que han deteriorado en mayor medida el ambiente, con ese pim pam pum supuestamente impune que ha abierto la veda del todos contra todos, y donde el insulto y la calumnia se han convertido en algo habitual. Y ciertos medios de comunicación colaboran en la crispación enrareciendo el ambiente democrático, por no hablar de los malos modos, los gritos y los insultos que vemos todos los días en el Congreso de los Diputados. Creo que la sociedad necesita una buena dosis de educación temprana y civismo para volver al diálogo, a la sensatez y a la colaboración, sobre todo en un momento en que todos deberíamos remar en la misma dirección para hacer frente a la pandemia y a la crisis económica que nos va a afectar durante muchos meses todavía.]

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